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La disparidad entre estudiantes de género masculino y femenino que cursan programas de ingeniería es aún evidente en nuestros días, especialmente en carreras como Ingeniería Mecánica y de Sistemas e Informática.

 

 

De los estudiantes admitidos entre el segundo semestre de 2007 y 2014 al pregrado Ingeniería Mecánica en la Universidad Nacional de Colombia (sede Medellín), 1.215 corresponden a hombres y 99 a mujeres, lo que equivale al 92% y 7%, respectivamente. Y en Ingeniería de Sistemas e Informática las cifras no distan mucho: 1.237 (91%) de hombres y 123 (9%) de mujeres admitidos en el mismo lapso.

Para Diana López Ochoa, investigadora y profesora asociada al Departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad Nacional (sede Medellín), hay dos factores importantes que inciden en que la brecha entre hombres y mujeres que ingresan a programas relacionados con ciencias exactas y tecnología sea tan grande: la parte cultural y el desconocimiento de lo que se hace. 

Con esto, López hace referencia a la asignación de roles que implícitamente se transmite en una sociedad como la nuestra, con condiciones sociales tan particulares y marcada por la historia del narcotráfico. “Yo creo que los padres y los maestros nos encargamos de transmitir esa información muchas veces sin quererlo, es una cosa que tenemos como en la piel, pero asignamos esos roles sin darnos cuenta. Entonces no permitimos que, en este caso particular de las ingenierías, las mujeres consideren, se informen y busquen como alternativa algunas áreas asociadas a las ciencias exactas y a la tecnología”.

Y remata que esto incide en que se tengan prejuicios y estigmatizaciones sobre ciertas carreras que son “femeninas” y otras “masculinas”. “Muchas mujeres y muchos hombres llegan a la carrera con una visión totalmente distorsionada de lo que hace un Ingeniero Mecánico, llegan en general con la misma idea que tiene una persona en la calle al que le preguntas: ‘¿qué hace un Ingeniero Mecánico?’, en la mayoría de los casos te va a decir: ‘arregla carros’. Entonces hay unas ideas distorsionadas de lo que se hace en muchas áreas y que pueden obviamente ser menos compatibles con muchas de las ideas que tenemos las mujeres de lo que queremos hacer como desarrollo profesional”.

De los 12 pregrados con los que cuenta la Facultad de Minas de la Universidad Nacional (sede Medellín), 74% de hombres y 26% de mujeres fueron admitidos entre 2007 y 2014.

Por otro lado, de los graduados de la Universidad de Antioquia entre 2004 y 2014 en la Facultad de Ingeniería, las mujeres representan el 33%  (1.881) y los hombres el 67% (3.770).

 “Si vos tenés una población que está más o menos 50-50 en términos de género y hay algunas líneas de trabajo, algunas líneas de conocimiento en las que hay un desequilibrio en términos de género, vos estas dejando por fuera, estás quitándote la oportunidad de escuchar el punto de vista, el sentir, las ideas innovadoras de la mitad de la población”, concluye Diana López Ochoa.

Pero este fenómeno no es exclusivo de las mujeres y en este tipo de carreras, López agrega que “a los hombres les pasa exactamente lo mismo, el número de hombres en Enfermería, en Danza… incluso de una vez te van marcando como que eres homosexual en cosas de ese estilo. Eso también lo sufren los hombres, hay una asignación de roles implícita en la sociedad”.

Para la investigadora, se trata de darle oportunidades a las mujeres para que se desempeñen y lideren los mismos campos del conocimiento en los que trabajan y lideran los hombres. De que todas las personas independientemente de su género tengan la oportunidad, los criterios y el panorama para decidir qué quieren ser.

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