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Así describe el ingeniero Darío Valencia Restrepo a su amigo y colega Gabriel Márquez Cárdenas, quien lamentablemente falleció el pasado 23 de abril de 2023: “un gran hombre, con gran vocación por la docencia y quien deja un legado a la academia, la Facultad y a la UNAL en general”.

 

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Entrega el doctor Gabriel Márquez Cárdenas un cuestionario de 30 preguntas para el examen parcial y le pregunta un estudiante:

-doctor ¿qué tiempo hay para el examen?

-claro y soleado. Respondió con seriedad.

 

Esta anécdota titulada “Meteorólogo de los suelos”, se encuentra en el libro ́Gocémonos la faena ́, escrito por Elkin Vargas Pimiento y Mario Jaramillo Arbelaéz, donde están compiladas decenas de anécdotas del devenir de la institución. Precisamente, Gabriel Márquez Cárdenas tiene un capítulo dedicado a sus grandes historias cotidianas, ejemplo del gran sentido del humor que siempre lo caracterizó. Su hijo, Raúl Fernando Márquez Godoy, lo describe como "un hombre con una inteligencia superior, siempre se destacó por tener las mejores notas en el colegio y en la universidad, profesor desde antes de graduarse, maestro en mecánica de suelos y con logros incontables durante su carrera profesional y gran vocación por la docencia".

 

Márquez ingresó a la Facultad de Minas en 1952 para iniciar sus estudios de pregrado, tras haber obtenido su título de secundaria en el Liceo de la Universidad de Antioquia. Eligió la Facultad y especialmente Civil por el prestigio que tenía el programa en la región y el país. Se inclinó por la Ingeniería por la gran facilidad con las matemáticas y aún con esas habilidades cursó el ´menos uno´, un preparatorio que existía para afianzar los conocimientos en matemáticas, donde ingresó con 17 compañeros y con ese mismo grupo se graduó en 1957.

 

Luego viajó a cursar estudios de especialización en la Universidad de Grenoble, Francia, donde recibió una orientación profesional de importancia para su futuro, a la vez que debió impregnarse de la tradición humanista del país. La amplitud de sus intereses lo llevó a la Facultad de Arquitectura de la Sede Medellín de la UNAL, con el fin de completar con éxito una Maestría en Planeación Urbana.

 

Fue profesor universitario ampliamente reconocido por su desempeño docente y profesional; Profesor Emérito en 1983, Maestro Universitario en 1986, Profesor Honorario en 1993 y Gran Maestro de la Ingeniería Antioqueña en 2006, máxima distinción otorgada por la Sociedad Antioqueña de Ingenieros y Arquitectos (SAI), docente de tiempo de dedicación exclusiva y tiempo completo en la Facultad de Minas de la UNAL sede Medellín. Además de dictar clases de ingeniería y matemáticas, ejerció importantes cargos en el área administrativa, por ejemplo, ocupó en durante tres periodos la decanatura de la Facultad de Minas, la primera vez entre 1976 y 1978, en tanto que la segunda y tercera entre 1984-1986 y 1986-1988; igualmente fue designado vicerrector de la Sede Medellín de la Universidad Nacional de Colombia, entre 1978 y 1980. Igualmente, se distinguió por su servicio a la sociedad desde los cargos de Secretario de Obras Públicas y Director de Planeación de Medellín en la década de los años setenta. 

 

Diego Arango Muñoz, profesor del Departamento de Ingeniería de la Organización lo describe como un gran hombre, “uno de los prohombres de la Antioquia que nos enseñaron los valores que por momentos se nos desmoronan y que en honor a su estirpe debemos reconstruir, un amigo generoso y una persona ejemplar en todos los sentidos. Un apasionado por el conocimiento, por la generosidad en la enseñanza, pero también por la bondad y la entrega a su familia, a sus amigos y a sus alumnos. Fue un líder inspirador y ayudó a forjar el lema de nuestra querida Escuela de Minas: "Trabajo y rectitud", que aplicó en toda su intensidad. Será recordado por su brillantez y su capacidad de transmitir sus conocimientos de manera clara y amena, un maestro excepcional y un líder en su campo, pero también un ser humano cálido y afectuoso que siempre estaba dispuesto a escuchar y a ayudar a los demás. Un hombre que valoró la educación y el aprendizaje, siempre dispuesto a compartir su sabiduría y conocimientos con quienes lo rodeaban. Su legado perdurará a través de las muchas vidas que tocó y de las generaciones de estudiantes que se inspiraron en su ejemplo”.

 

Miguel Ángel Sierra, profesor adscrito al Departamento de Ingeniería Civil, expresó que el ingeniero Márquez fue un hombre sumamente recto, en el ejemplo, en su vida personal, siempre daba una sonrisa, aún en las situaciones más adversas, contagiaba de positivismo; un ser humano con gran entereza en su carácter, tolerancia y entusiasmo por la vida.  

 

Marco Antonio Márquez Godoy, otro de sus hijos y profesor adscrito al Departamento de Materiales y Minerales, aseguró que "mi papá fue un ser ejemplar como padre, fue un faro que iluminó nuestro camino y el inspirador de nuestras profesiones y logros. Siempre nos insistió en tratar a todas las personas con el mismo respeto, independientemente del estrato social, nivel intelectual o dedicación . Recuerdo cuando alguna vez se me acercó y me dijo: ´Marco Antonio trate siempre con el mismo respeto a Don Ramón (que era quien cuidaba nuestra casa en vacaciones) o al alcalde de la ciudad´ ".

 

María Enriqueta Arbeláez, secretaria del que en otrora se llamaba el Departamento de Administración y Programación, expresó que el profesor Márquez fue "un amigo entrañable y solidario con quien se conoció hace 55 años, desde que nuestros caminos se cruzaron nos hicimos amigos del alma; a quienes la vida nos dio el privilegio de caminar a su lado, podemos dar fe del compromiso con sus ideas y de su verticalidad. El doctor Gabriel nos dio con fraternal generosidad su ejemplo de entusiasmo por el saber, discreto y maestro. El calado de su conocimiento versátil y la singular inteligencia hicieron un poco de faro para muchas generaciones de discípulos. De su brillantez y erudición, de su sentido del humor genial, de su pensamiento rápido, de su viveza para el comentario espontáneo permanece registro en una copiosa producción de documentos. El doctor Gabriel vivió como hay que vivir, con amplitud y generosidad. Ese es el hombre que se fue a vivir a las estrellas. Yo no lo despido, sino que lo acompañó en esa otra manera de vivir que es la memoria agradecida porque personas como el doctor Gabriel no se van nunca, y porque de mi vida no se irá jamás”.

 

El ingeniero Darío Valencia Restrepo, quien tuvo la fortuna de conocer de cerca al profesor Márquez afirmó que pudo admirar una personalidad superior por su nobleza, cultura, brillo intelectual, apropiado manejo del idioma, trato cortés y un agudo sentido del humor que era producto de su refinada inteligencia. “El fallecimiento de Gabriel Márquez Cárdenas permite evocar una generación de auténticos maestros de la ingeniería, de la cual él era el último de sus sobrevivientes. A partir de los primeros años de la segunda mitad del pasado siglo, esa generación de profesores impulsó en la Facultad de Minas una fundamentación científica de dicha profesión, mediante la introducción de las ciencias de la ingeniería en los últimos años de la formación universitaria de los estudiantes. Hicieron parte de ese selecto grupo de profesores, además de Gabriel Márquez Cárdenas, Gabriel García Moreno, Alfonso Ramírez Rivera y Gabriel Poveda Ramos”.

 

Valencia Restrepo agregó que “bien conocidos fueron sus aportes decisivos a la modernización de la enseñanza y práctica de la mecánica de suelos, durante sus largos años como profesor de tiempo completo en la Facultad, a la vez que su incursión en la consultoría externa prestada por el centro docente puso de presente su competencia profesional en tan importante campo de la ingeniería. Todo ello fue corroborado por sus dos libros titulados ´Propiedades ingenieriles de los suelos´ (1982) y ´Elementos de análisis en mecánica de suelos´ (1988), publicados por la Sede Medellín de la Universidad Nacional de Colombia, textos de referencia citados especialmente por su detallada presentación de los parámetros que describen las principales propiedades de los suelos”.

 

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Gabriel Márquez con su adorada familia. Foto: Cortesía.

 

Su interés por el correcto manejo del idioma español lo llevó a un intenso estudio de su etimología, enriquecido por su conocimiento de otros idiomas. Según Valencia Restrepo, a este respecto, estableció una especie de cátedra pública como colaborador del periódico El Mundo, de Medellín, al publicar más de 300 columnas entre 1997 y 2005 con el título de ´Lenguaje con gotero´. Ellas fueron la base para la publicación de dos eruditos libros (2010 y 2011, respectivamente) con el título Cómo se forman las palabras (Etimologías). Un antecedente de significación fue el diccionario que escribió para sus alumnos con términos de resistencia de materiales y suelos, cuyo deseo era “dar la definición más exacta posible con el menor número posible de palabras”.  En un reportaje para el periódico mencionado expresó alguna vez: “Yo he sido un gomoso del castellano, de la ortografía de los idiomas. Tengo una colección de libros de etimologías, no solo en español sino también en francés y en inglés, y algo en italiano. Me gusta el estudio de las palabras.” Y agregó: “Detrás de cada vocablo hay toda una historia, su significado original y el que va adquiriendo, algo apasionante”.

 

El ingeniero Elkin Vargas Pimiento, otros de sus grandes amigos, manifestó que la enseñanza a través de su ejemplo de vida, era lo suyo. “Muchas de sus enseñanzas y logros académicos de sus alumnos se fraguaron al margen de las cátedras, de los libros y ensayos de laboratorio. Con sus finos y espontáneos comentarios en las clases, así como en las charlas de cafetería, en las discusiones informales de pasillo, en las reuniones y fiestas de integración también esparcía semillas de conocimiento, cultura y amor propio entre la comunidad universitaria”.

 

Vargas Pimiento resalta que entre sus grandes realizaciones estuvo: el éxito rotundo de la celebración del Centenario de la Facultad de Minas en 1987, propiciado por su forma de ser, por su calidad humana, por su prestigio profesional, por su influencia extraordinaria en sus compañeros de trabajo, donde fue evidente la importancia de la generación de mística profesional y sentido de pertenencia por la institución.

 

“En esa celebración se evidenció su enorme capacidad administrativa y gran poder de convocatoria: los egresados, a través de ADEMINAS, se vincularon y participaron del festejo: los profesores y estudiantes realizaron un sinnúmero de publicaciones conmemorativas, eventos académicos y actividades sociales; los honorables congresistas, diputados y concejales antioqueños se consiguieron importantes recursos financieros, lo que posibilitó la ampliación de la infraestructura física, la dotación de laboratorios de la Facultad y la creación de la Corporación para el Desarrollo de la Facultad de Minas, Prodeminas”.

 

Finalmente, recalcó que la base de su destacado desempeño profesional estaba en su espíritu superior, “satisfecho de ser quien era, pleno en su vida familiar y que no hay quien lo recuerde de manera distinta a un buen esposo, a un padre amoroso, a un buen amigo de sus amigos, a un hombre conciliador, colaborador, de constante buen humor, de temperamento sereno y firme y que irradiaba empatía por doquier”.

 

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Gabriel Márquez, su esposa e hijos. Foto: Cortesía.

 

Por/AMR

 

 

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