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Tres cremas para el cuidado facial y los usos cosméticos a partir de plantas ancestrales y materiales orgánicos desarrolladas por la empresa comunitaria Mujeres Rurales de Guapi - Ríos Unidos- fueron asesoradas científicamente por un grupo de profesores de diferentes facultades de la Universidad Nacional. Este es un trabajo cooperativo que resalta el valor de las prácticas comunitarias de este grupo de mujeres que durante quince años se ha especializado en la producción de cremas y jabones para la salud y la cosmética en un entorno de resistencia y resiliencia.

 

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Las diversas especies de plantas que crecen en el ecosistema de Guapi, Cauca, han sido materia prima para que su comunidad haya consolidado durante quince años un portafolio de productos faciales orgánicos, que se suman a las líneas de productos que ya producen, como jabones, pomadas y jarabes. Esta práctica de aprovechamiento sustentable de recursos naturales y promoción del bienestar de la población local a través de su propia cultura y territorio apela a los ingredientes naturales de plantas cultivadas, cosechadas y procesadas por las manos de sus guardianas, lo que asegura su calidad.


En trabajo conjunto y cooperativo con la Unal, esta comunidad está ajustando y perfeccionando una serie de formulaciones de su línea de cuidado facial para cumplir con los estándares y características que den viabilidad de sus usos. El grupo académico está compuesto por los investigadores Diana Maria Farías Camero, profesora del Departamento de Química de la Facultad de Ciencias; Sandra Patricia Daza Caicedo de la Escuela de Economía; Gabriel Ernesto Barrero Tapias del Departamento de Diseño Industrial de la Facultad de Ingeniería y Administración y Mónica Ayde Vallejo Velásquez del Departamento de Energía Eléctrica y Automática de la Facultad de Minas, quien ha liderado esta misión desde lo académico.

 

La profesora Vallejo Velásquez destacó el invaluable conocimiento de las propiedades curativas de las plantas por parte de las habitantes de Guapi: “Muchas de estas plantas no solo sirven para tratar enfermedades de la piel, sino que también son empleadas en la medicina tradicional para combatir dolencias como resfriados y otros malestares. El conocimiento que ellas tienen de su entorno natural y de las plantas para curarse es un tesoro que en las ciudades se ha perdido”, afirma la investigadora.

 

El proyecto fue financiado con recursos del Patrimonio Autónomo del Fondo Nacional de Financiamiento para la Ciencia, la Tecnología y la Innovación -Francisco José de Caldas- y se dio a partir de una conversación entre saberes ancestrales y ciencia y como una construcción bidireccional y horizontal en la que las mujeres son guardianas en el proceso de elaboración de cremas y jabones, ya que son las depositarias del conocimiento profundo de las metodologías y tratamientos de las plantas que abordan. Uno de los objetivos desde el grupo académico que las asesora es generar en ellas autonomía para sus producciones futuras.

 

“En nuestro trabajo con esta comunidad nos basamos en procesos de apropiación social de la ciencia y perspectivas alternativas a los procesos de creación de valor para que la metodología sea más orgánica y sustentable, desde sus expresiones culturales. A diferencia de las producciones en cadena dirigidas a grandes mercados, las mujeres de Ríos Unidos hacen sus productos en un ambiente donde el compartir sus historias, músicas y saberes es fundamental, así se da un intercambio de saberes relacionados con los principios de sostenibilidad, familia extendida y cuidado del territorio, todo desde la oralidad y la expresión corporal”, narró Mónica Vallejo Velásquez.

 

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El municipio de Guapi, ubicado en el departamento del Cauca, es una comunidad que ha avanzado significativamente en el desarrollo de cosméticos de alta calidad, basados en materiales orgánicos y naturales. A lo largo de quince años, la empresa comunitaria Ríos Unidos ha trabajado para crear una serie de cremas, pomadas, jabones y jarabes, todos formulados a partir de plantas autóctonas de la región; este esfuerzo no solo ha permitido el fortalecimiento de la economía local, sino que también ha servido como un símbolo de resistencia y resiliencia ante las adversidades históricas que ha sufrido la zona debido a la violencia generada por los grupos armados ilegales.

 

El camino de esta comunidad ha sido marcado por el uso de plantas medicinales y naturales, prácticas que han sido preservadas y transmitidas de generación en generación. Sin embargo, la reciente colaboración con el grupo interdisciplinario de la Unal ha permitido aprendizajes bidireccionales que revierten en la mejora de los productos.


Este proyecto evidencia que en territorios alejados de los contextos urbanos se generan comunidades exitosas que promuevan la integración entre el saber ancestral y la ciencia. La empresa, a pesar de operar en una zona de difícil acceso, donde los medios de transporte se limitan al transporte aéreo o fluvial, ha logrado posicionarse como un referente de resiliencia. En ese sentido, Mónica Vallejo considera que trabajar con esta comunidad ha sido una experiencia transformadora, que ha permitido aprender y converger la ciencia académica con el conocimiento ancestral en beneficio de la comunidad.

 

El respaldo académico ha sido fundamental para consolidar el proyecto. Sin embargo, la siguiente fase de la investigación tiene como objetivo perfeccionar aún más los productos, eliminando cualquier adición química y garantizando que todos los ingredientes sean 100% naturales. Este avance representa un paso más hacia la autosostenibilidad de la comunidad, y asegura la continuidad de un proceso que respeta y aprovecha de manera consciente los recursos que ofrece el territorio. El proyecto no solo fortalece el trabajo que ya viene realizando Ríos Unidos, sino que también ofrece al mundo una alternativa más natural y orgánica para el cuidado de la piel, a la par que promueve el respeto por las tradiciones ancestrales.

 

Este trabajo es un referente del diálogo científico con comunidades autónomas para la creación de productos innovadores y sostenibles. Asimismo, la comunidad de Mujeres Rurales de Guapi -Ríos Unidos- ha demostrado que los territorios marcados por la violencia y la exclusión pueden generar proyectos que favorezcan la sustentabilidad de la vida y el territorio, economía local, la salud y la preservación cultural. Este modelo de cooperación se presenta como un ejemplo valioso de cómo las comunidades rurales pueden ser protagonistas en el desarrollo de soluciones innovadoras, desde una relación sana con su historia y con el medio ambiente.

 

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