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Manuel Adán Ramírez Arcila, egresado del programa de Ingeniería de Control y docente de la Institución Educativa Presbítero Camilo Torres fue el artífice del estudio que buscaba sensibilizar sobre la paternidad responsable.

 Bebes

Para Manuel Adán Ramírez Arcila, la Ingeniería es la solución de problemas y, un aula de clase es el escenario perfecto para resolverlos, y más si se tiene un común denominador, problemáticas sociales del entorno, dificultades propias de la edad o situaciones familiares.

 

Este ingeniero de control que no se dejó seducir por la industria y optó por la enseñanza y el contacto humano, apasionado por la fenomenología y la modelación matemática, fue el creador del ´Proyecto Bebé´ una propuesta en la que 39 jóvenes de grado once de la Institución Educativa Presbítero Camilo Torres ubicada en Campo Valdés, debían asumir la responsabilidad absoluta de lo que significa cuidar un recién nacido, representado en peluches, o bebés de plástico.

 

“Existe una gran problemática general en la sociedad, respecto a la administración financiera, es por eso que nace esta propuesta, primero intentamos construir un balance económico familiar, donde los estudiantes con la ayuda de sus padres llevaban los gastos del funcionamiento del hogar, servicios, mercado, arriendo, transporte, manutención, etc; y lo comparaban con ingresos promedio de un profesional recién egresado, 2 millones de pesos aproximadamente”.

 

Durante el experimento los estudiantes debían asistir a clase con el ‘bebé’ y cuidarlo durante toda la jornada como si fuese real; incluso en los días de descanso. “Este ejercicio ha permitido que los jóvenes reconozcan, comprendan y entiendan la dificultad que representa el sostenimiento de una familia, especialmente, la responsabilidad de asumir el cuidado diario de un bebé,  un compromiso titánico, una labor de protección para toda la vida”.

 

Los estudiantes también debían calcular los costos de los cuidados prenatales, la alimentación, el transporte y el vestuario durante esos primeros meses de vida, “este ejercicio de matemática financiera en el que se consultaba el valor de cada objeto, cita y necesidad, concluyó que de los 0 a los 3 años tiene un costo de $58 millones y de los 3 a los 5 años un costo de $42 millones”, recalcó el docente.

 

A este proyecto, se le empiezan a sumar otras variables, “esta propuesta también se vuelve una excusa para la promoción sexual y reproductiva, por ejemplo en este momento no solo están llevando el control del costo de un niño, sino que investigan sobre el valor económico de una enfermedad de transmisión sexual y gastos de tratamiento, ya sean paliativos o curativos”.

 

“En definitiva se ha logrado cumplir los objetivos, en primer lugar el crear conciencia sobre el embarazo adolescente en los alumnos y en segundo lugar, que la matemática trascienda y los jóvenes empiecen a ver su aplicación en el día a día”, enfatizó el docente de 38 años y  magister en enseñanza de las ciencias exactas y naturales de la Universidad Nacional de Colombia.

 

Otro asunto que se destaca como uno de los grandes resultados tiene que ver con el entendimiento de los jóvenes sobre el amor y los sacrificios que tienen que hacer sus padres para poder cumplir con las obligaciones a fin de mes, responsabilidades que en muchos casos supera los $4 millones y con un salario mínimo muy por debajo, “entonces los estudiantes empiezan a reflexionar sobre las posibilidades de cualificarse, es decir, ver el valor del conocimiento, el estudiar un pregrado, además de la importancia de retribuir todo ese sacrificio a sus padres”.

 

Sobre el docente 

 

Ramírez Arcila, viene de familia conformada por maestros y maestras, su padre fue profesor de matemáticas y física, “recuerdo que mi padre me invitaba a compartir con sus alumnos y fue allí donde empecé a descubrir ese maravilloso mundo de la docencia, donde confluye la emoción de la vida, pero también la angustia y felicidad por el cómo afrontarla y, en esas posibilidades reconozco una verdadera construcción humana de los seres que habitan los espacios de aprendizaje”.

 

Durante su pregrado de Ingeniería de Control en la Facultad de Minas, también brindaba clases particulares, y se fue enamorando más de esta profesión, “no me veo en otro espacio que no sea la docencia, disfruto cada día y soy muy feliz; incluso con estos estudiantes venimos trabajando en diferentes proyectos de investigación que respondan a la conciencia sobre el cuidado del cuerpo, la nutrición, el deporte, la meditación, la relación con el entorno, el manejo de las emociones; y es que en un ambiente juvenil siempre existen temores, dudas, vergüenzas y lo que se pretende es superar todas esas barreras desde la confianza y el conocimiento”.

 

Por/AMR

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