Escudo de la República de Colombia

Una investigación conjunta entre dos departamentos de la Facultad de Minas descubrió que la cebolla de huevo tiene propiedades lubricantes óptimas para el corte de metales en la industria como el acero inoxidable, así como para la protección de las herramientas mecánicas incluso con un rendimiento mayor al de los fluidos de corte que se comercializan en el mercado.

 

Tras observar que en las pequeñas empresas metalmecánicas de la ciudad utilizan cebolla de huevo para lubricar las herramientas de corte en lugar de los fluidos que se comercializan industrialmente, nació este proyecto que unió a las docentes e investigadoras Ángela Adriana Ruiz Colorado (Departamento de Procesos y Energía) y Diana María López Ochoa (Departamento de Ingeniería Mecánica).

 

Lo que en un principio parecía ser un mito al estilo de echarse café en las heridas, resultó tener fundamentos bioquímicos: “encontramos una cantidad de compuestos en la cebolla de huevo que se utilizan como base para diseñar los fluidos de corte convencionales, incluso con algunas ventajas que todavía no hemos explorado lo suficiente”, afirma Diana López Ochoa. 

 

Entre las ventajas a las que hace alusión, se destaca una capa protectora que se forma y recubre la herramienta de corte y evita que se desgaste tanto, resultado que no se obtiene con los fluidos convencionales.

 

Las docentes afirman que la composición química de dichos fluidos es tan fuerte y dañina para el medio ambiente que en Europa se prohibió su utilización desde hace 20 años. Y agregan que como en Colombia no hay legislación al respecto ni para la disposición final de estos residuos, terminan en las alcantarillas.

 

Las pequeñas empresas metalmecánicas utilizan la cebolla de huevo de manera directa, perforándola con la broca antes de perforar el metal, mientras que los fluidos de corte comerciales se aplican a chorros durante la perforación. Con el fin de obtener un método de aplicación semejante para comparar mejor los resultados, se realizó un proceso para obtener un extracto a partir de la cebolla.

 

“El objetivo fue pasar de la cebolla de huevo a tener el mismo biolubricante de cebolla en un frasco, líquido, como se comercializan los lubricantes de origen fósil; entender cómo está compuesta la cebolla y cuáles de sus compuestos específicamente pueden tener efectos lubricantes”, afirma Ángela Adriana Ruiz. Y agrega que con este extracto el flujo es mucho más controlado e incluso es suficiente para mantener la broca protegida, por lo que se deja de desperdiciar mucho lubricante.

 

Carbohidratos, agua, lípidos, minerales y azufre fueron los compuestos encontrado en la cebolla de huevo que aportaron a la lubricación y protección de la herramienta. Sin embargo, las investigadoras son conscientes de que utilizar un alimento con estos fines implica problemas éticos, por lo que afirman que hay opciones por explorar como analizar si la cebolla conserva estas propiedades cuando no está en un punto adecuado para el consumo humano, qué alternativas hay para mimetizar estos compuestos por ejemplo a partir de plantas, o cultivos de cebolla en suelos que no sean aptos para la alimentación.

 

“Es un producto que no tuvo mayor procesamiento industrial porque las operaciones para obtener el extracto fueron muchísimo menores en número y en aspectos técnicos; no tiene ningún aditivo, además de la cebolla y sus compuestos no tenía nada más, que es un resultado maravilloso. Si empezamos a aditivarlo probablemente vamos a encontrar un rendimiento superior en todos los aspectos”.

 

Este proyecto, financiado con recursos del Banco de la República, incluyó también a estudiantes de pregrado (Ingeniería Mecánica e Ingeniería Industrial) y de posgrado (Maestría en Biotecnología). Actualmente están a la espera de obtener mayor financiación para continuar explorando las ventajas de la cebolla de huevo, probar con otras materias primas y hacer un desarrollo de aplicación industrial que aporte a la conservación, por ser un producto con base vegetal.

 

“En muchos casos hay muchos mitos pero también hay un montón de sabiduría tradicional y de experiencia. Yo creo que en ese sentido vale la pena indagar sobre esas opciones que las pequeñas industrias han encontrado”, concluye Diana López Ochoa.

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