Tras cinco años de trabajo colaborativo entre universidades colombianas y suecas, y dos asociaciones de pescadores artesanales del Pacífico, el proyecto Econavipesca del Pacífico presenta un velero híbrido diseñado para reducir el consumo de combustible, recuperar la navegación a vela y mejorar las condiciones de vida de las comunidades pesqueras de Guapi, Cauca.

Durante cinco años el proyecto Econavipesca del Pacífico:ecosistema para la navegación pesquera sustentable en el municipio de Guapi, Cauca, financiado por la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo —Asdi—, unió a la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad del Cauca, el Royal Institute of Technology —KTH— y la Universidad de Lund, y a las asociaciones Aservipesca y Renacer Progresista Guapireño. Estas instituciones consolidaron una embarcación que responde a los desafíos energéticos, económicos y culturales de la pesca artesanal.
Después de un análisis etnográfico y socioeconómico de la pesca, los investigadores observaron que en Guapi la creación de valor funciona en red: las relaciones comunitarias y de reciprocidad sustituyen la lógica de competencia del mercado. A partir de ello, construyeron un modelo conceptual adaptado a la realidad guapireña, que permitió diseñar estrategias económicas coherentes con las dinámicas locales.
Una de las desembocaduras del proyecto fue el desarrollo de un velero de pesca híbrido con propulsión combinada: vela y motor intraborda diésel Volvo, donado por la empresa Chaneme; en el diseño final convergen la ingeniería naval, el diseño industrial y el conocimiento empírico. La embarcación conserva la eslora tradicional de las lanchas, pero amplía su manga para mejorar la estabilidad hidrodinámica y la habitabilidad a bordo.
“El propósito no es aumentar la captura pesquera, sino mejorar las condiciones laborales y de vida de los pescadores. Buscamos una embarcación que dignifique el oficio: que permita descansar, cocinar, protegerse del clima y depender menos del combustible, sin perder la esencia de la pesca artesanal”, aseveró Diana María López Ochoa, coordinadora del proyecto y docente de la Facultad de Minas de la Unal.
Su arquitectura naval incluye una cabina interior con tres literas modulares, cocina y sanitario, elementos ausentes en la mayoría de las embarcaciones artesanales. La cubierta incorpora un sistema de protección contra lluvia y radiación solar, y la relación entre peso y superficie vélica fue calculada mediante simulaciones para optimizar el rendimiento en condiciones de viento variable.
Durante el proceso de codiseño, las comunidades recordaron que, hasta 1970, la navegación a vela era práctica común en el Pacífico. Su abandono coincidió con la expansión de los motores fuera de borda, percibidos como progreso. Sin embargo, la profesora López Ochoa subraya que esta transición trajo consigo una dependencia económica y energética: “El alto costo del combustible y el mantenimiento de los motores aumentan la vulnerabilidad de los pescadores. El velero híbrido reintroduce el viento como fuente de energía limpia, pero también como memoria cultural y autonomía tecnológica”.
“Los beneficios que esta embarcación traerá a la comunidad de Guapi son muchos: la disminución de los costos de producción es uno de los más importantes, porque a veces uno sale a una faena de pesca y algunas veces solo produce para pagar el combustible, pero si ya alternamos vela y motor, los costos de producción pueden bajar. Además, la disminución en la contaminación por plásticos y la tala de bosques de mares y ríos. No hay otra embarcación como esta en nuestra comunidad y la delegación ha sido comprometida, nunca nos dejaron a medias, nos orientaron con paciencia. Fue un proceso bastante largo, pero fructífero”, opinó Sebastián Loango, de la comunidad pesquera de Guapi.
La embarcación se construyó en el astillero Tecnofibras Fernaín, en Buenaventura, con materiales compuestos de fibra de vidrio y resinas epóxicas, seleccionadas por su resistencia a la corrosión salina y su bajo peso estructural. La ampliación de la manga y la redistribución del centro de gravedad fueron verificadas mediante pruebas de estabilidad transversal siguiendo estándares del International Maritime Safety Code for Small Vessels.
"Las universidades suecas han aprendido mucho de los saberes tradicionales y cosmovisión de las comunidades afrocolombianas en las que se crea valor a partir de las relaciones entre las personas y el ecosistema, integradas en las actividades pesqueras y que constituyen la base de la sostenibilidad económica, social y ambiental del territorio. La confianza y transmisión de conocimientos entre generaciones que se da en estas poblaciones contrasta con la visión de cadena de valor lineal y propone diferentes tipos de relaciones entre personas y el entorno", explicó Catalina Hoyos Mora, de la Oficina Nacional de Programas de la embajada de Suecia en Colombia.
Este velero cargará la fuerza de la comunidad a la que pertenece y navegará como un legado en el que los saberes ingenieriles se mezclan con los de los pescadores —su lectura del viento, las corrientes y las olas— y se traducen hoy en soluciones a partir de materiales más durables y ligeros.
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