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Consolidar un sistema integrado de transporte público en Medellín que realmente reduzca los costos y los tiempos de viaje es una tarea difícil, entre otros, por el incremento de los vehículos particulares que aumentan la demanda de infraestructura y los costos de mantenimiento de la malla vial. El profesor del Departamento de Ingeniería Civil de la Facultad de Minas, Iván Sarmiento Ordosgoitia, explica algunas de las implicaciones que esto trae para la ciudad y los retos que tendría la siguiente administración respecto a la movilidad y el transporte público.

 

 

Con un total de 735.824 millones de pesos, la inversión de la ciudad en transporte ocupó el segundo lugar después de la educación durante el último año, según el Informe de Calidad de Vida para Medellín 2014, posicionándola también como la primera ciudad de Colombia en inversión per cápita en transporte. Dentro de esta cifra, los sistemas de transporte masivo se llevaron la porción más grande con 217.887 millones de pesos, casi triplicando el monto destinado en 2013.

 

Pero a pesar de las cuantiosas inversiones, más de 53.000 vehículos se integraron a las vías de la ciudad en el último año, demandando cada vez más infraestructura vial, encareciendo los costos de mantenimiento y dificultando la consolidación de un sistema integrado de transporte público en Medellín.

 

Iván Sarmiento Ordosgoitia, profesor del Departamento de Ingeniería Civil de la Facultad de Minas, opina que Medellín no es una ciudad tan grande como Bogotá, Lima, o Santiago de Chile que superan los 5 millones de habitantes, por lo que los tiempos de viaje tienen un promedio de 40 minutos de duración, lo que considera como razonable.

 

Sin embargo, comenta que con el constante aumento de vehículos particulares “el reto de la próxima administración es mantener los tiempos en unos valores razonables y eso se logra si el transporte público tiene carriles preferenciales y exclusivos, hay que empezar a limitar el parqueo en las calles y darle esos carriles a los buses”.

 

Y agrega que vías como San Juan, La 33, y Colombia están llamadas a tener estos carriles exclusivos, donde se podrían usar buses de mayor capacidad y a gas para disminuir los vehículos que llegan al Centro de la ciudad, pues explica que lo ideal sería retirar la mayor cantidad de microbuses que transitan allí pero sin perjudicar las rutas directas de los barrios al Centro. “Lo bueno del transporte público ahora es que llega a todas partes, no podemos perder eso”.

 

Recientemente la Secretaría de Movilidad de Medellín anunció que a partir del próximo 31 de agosto más de 600 microbuses (con capacidad inferior a 19 pasajeros) que realizan rutas desde municipios del sur del área metropolitana hacia el Centro tendrán que cambiar sus recorridos, con el fin de descongestionar el sector y reducir la contaminación.

 

“Esa combinación de rutas troncales y directas es lo que se está planteando ahora en el proyecto Transporte Público de Medellín (TPM) para lograr una optimización del transporte. Se ha hecho un acuerdo con los transportadores en 11 sistemas de rutas de la ciudad incluyendo las circulares, pero con otros no se lograron esos acuerdos, como con las troncales San juan y La 80; la administración está pensando licitarlas para que haya un servicio allí de transporte masivo”.

 

Finalmente, el profesor agrega que la próxima administración tendrá esa labor de adelantar los procesos de licitación, adjudicarlos y lograr que por estas rutas circulen unos potentes sistemas de transporte masivo, con estaciones centrales, carriles exclusivos, pago electrónico, así como un sistema de control de flotas para verificar que los vehículos cumplan con las paradas, las rutas y los tiempos de viaje.

 

“Eso haría que la gente viajara con un tiempo de viaje razonable y márgenes esperables. En el futuro lo que la gente va a pedir no va a ser tanto velocidad sino certeza en el tiempo de viaje”, concluye Sarmiento.

 

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