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Las altas temperaturas en las ciudades se asocian con diferentes efectos en la salud humana, desde algunos leves como calambres y estrés hasta otros más graves como pérdida de conciencia y golpes de calor, que en algunos casos pueden ocasionar la muerte. Marino Andrés Ocampo Serna, estudiante de octavo semestre de Ingeniería Ambiental de la Facultad de Minas, investigó sobre la relación que guardan estos efectos con la configuración urbana y las características meteorológicas.

  

 

Esta investigación fue desarrollada para el curso Ambiente Urbano II a cargo del profesor José Fernando Jiménez Mejía, quien asegura que “este es un tema por lo general ausente de las conversaciones sobre el clima y los problemas urbanos”. Y agrega que es importante porque varias ciudades de Colombia están muy expuestas a presentar eventos de islas de calor.

 

Marino consultó diversas fuentes que lo llevaron a entender mejor los efectos de las altas temperaturas corporales en la salud humana, de esta forma pudo establecer algunas afectaciones que denominó “directas”, asociadas al aumento de la temperatura corporal, y otras “indirectas”, referidas a la transmisión de enfermedades por mosquitos que se desarrollan mejor en ambientes más cálidos.

 

En el primer grupo entrarían casos como el estrés térmico, que produce incomodidad; los calambres musculares; el agotamiento por calor, que incluye debilitamiento, cansancio, somnolencia, mareos, náuseas y en ocasiones vómito; el síncope, que es la pérdida de conciencia súbita que se da por falta de irrigación sanguínea al cerebro; y el golpe de calor, un cuadro grave que puede llegar a ser mortal y que se da cuando los mecanismos de termorregulación han fallado y el cuerpo alcanza más de 40 °C.

 

Por ejemplo, Marino explica que el hipotálamo es la región del cerebro que se encarga de regular la temperatura corporal, y utiliza algunos mecanismos como la sudoración y la vasodilatación (expansión de los vasos sanguíneos cutáneos para aumentar la transferencia de calor hacia la piel, lo cual reduce la presión arterial) con el propósito de eliminar el exceso de calor del cuerpo. Pero cuando este sistema falla y los mecanismos de termorregulación son ineficientes para reducir la temperatura corporal –que va aumentando progresivamente-, se produce el golpe de calor. 

 

“Son más vulnerables los niños porque ese sistema no se ha desarrollado lo suficientemente bien y a esto va asociado la capacidad de aclimatarse, y los ancianos porque el sistema ya se ha deteriorado un poco”, afirma el estudiante. Y aclara que aunque no fue parte de su investigación, también es necesario tener en cuenta los antecedentes médicos de las personas y los medicamentos o sustancias que puedan influir en la temperatura corporal.

 

En los efectos “indirectos” destaca que algunos vectores como los transmisores del dengue o el chikunguña encuentran un ambiente más propicio para reproducirse en lugares con altas temperaturas.

 

Un estudio realizado en diferentes zonas de Sao Paulo (Brasil) evidenció que las áreas con gran cobertura vegetal eran más frías (26 °C aproximadamente) comparadas con aquellas que tenían moderada o baja cobertura vegetal (29 °C aproximadamente).

 

Y respecto a las condiciones de alimentación y reproducción de dos muestras de mosquito Aedes aegypti, una de las especies asociada a la transmisión del dengue, el chikunguña y la fiebre amarilla urbana, se encontró que algunas larvas (estado secundario que es precedido por el de huevo) no alcanzaban el estado de pupa a 20 °C (estado terciario), mientras que otras lo alcanzaban a 24 °C. “Entre 28 y 32 grados la mayoría de las larvas alcanzaron el estado de adultez, o sea el estado final de su desarrollo, en 7 días”, agrega Marino. Por otra parte, notaron que la cantidad de sangre tomada por los mosquitos fue mayor estando a 28 y 32 °C, en comparación con aquellos que se encontraban a 20 y 24 °C.

 

Según cifras del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia –Ideam-, la temperatura en Medellín en los últimos meses ha alcanzado niveles por encima del promedio, llegando incluso hasta los 30 °C. “El hecho de que en la ciudad se superen los 28 grados la hace más vulnerable al desarrollo de vectores que pueden transmitir esas enfermedades”, anota el estudiante.

 

José Fernando Jiménez complementa que aunque Medellín tiene una cobertura vegetal que no es despreciable, hay tendencias a eliminar árboles del sector urbano, “reconocemos el valor que tiene la cobertura verde y el papel que juegan los parques urbanos para recuperar no solamente espacios de recreación y de convivencia sino también un clima que sea más agradable y que nos permita disfrutarlo. En Colombia estamos acostumbrados a padecer las ciudades, poco disfrutamos de una caminata a las 5 o 6 de la tarde”.

 

Finalmente, el docente concluye que con el curso de Ambiente Urbano II esperan seguir identificando las temáticas relacionadas con el clima de las ciudades y que afectan directamente al medio ambiente, la salud y los ecosistemas urbanos. “El trabajo de nuestros estudiantes permite identificar y evaluar hasta dónde estamos alterando el ambiente de Medellín y otras ciudades de Colombia”.

 

 

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