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Un proyecto conjunto entre grupos de investigación de diferentes sedes de la Universidad Nacional de Colombia busca mejorar el entendimiento de la ocurrencia de eventos extremos en los océanos del Pacífico y Caribe colombianos, es decir, cuando variables como el nivel del mar, la temperatura o el oleaje alcanzan niveles fuera de los promedios normales, y así conocer el impacto que tienen en los ecosistemas.

 

 

 

Poco se sabe de los eventos oceánicos extremos, pero los estudios indican que han estado variando con el cambio climático global. Dada su importancia actual tanto para el clima como el océano y lo poco que se han estudiado, el equipo conformado por investigadores de la sedes Caribe, Bogotá y Medellín decidió enfocar el proyecto en comprender mejor dichos fenómenos y sus efectos.

 

Arrecifes, playas y manglares de islas fueron los ecosistemas escogidos para conocer el impacto cuando las variables asociadas al océano cambian drásticamente.

 

El proyecto, que actualmente se encuentra en su último año de ejecución, consta de 5 componentes: oceanografía, hidrodinámica, arrecifes de coral, vegetación y sedimentos.

 

En el primero, liderado por la investigadora Nancy Villegas de la Sede Bogotá, se está haciendo un modelo para ver cómo es la circulación del agua durante un tipo de eventos extremos, tanto en el Caribe como en el Pacífico.

 

El componente hidrodinámico, bajo la dirección del investigador Andrés Osorio de la Facultad de Minas de la Sede Medellín, busca reconstruir a través de modelación numérica el comportamiento de las variables físicas que impactan a los ecosistemas, especialmente el oleaje.

 

En la parte de arrecifes, encabezada por el investigador Sven Zea de la Sede Caribe, se hicieron mediciones trimestrales durante un año en islas de Rosario para analizar la fragmentación y el blanqueamiento de los corales, dos de los efectos más importantes que estos manifiestan ante eventos extremos.

 

En vegetación, a cargo de la investigadora Ligia Urrego de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Sede Medellín, han realizado parcelas en manglares y playas en Gorgona e Islas del Rosario, con el fin de monitorear los brotes de nuevas especies y mirar qué ha pasado con la vegetación a causa de los eventos oceánicos extremos.

 

Finalmente, la parte de sedimentos es transversal a los demás componentes, pues tanto en playas como en arrecifes y manglares se da la acumulación de residuos de materiales que el agua arrastra. En este aspecto la profesora Gladys Bernal Franco, directora del Departamento de Geociencias y Medio Ambiente de la Facultad de Minas e investigadora en el proyecto, destaca el trabajo en una playa de las Islas del Rosario llamada Punta Arena, que ha ido creciendo en forma de dorsales de playa, es decir fragmentos de corales que se van depositando en forma de cordones.

 

“Mucho de este material creemos que viene no del mar sino de unas terrazas, porque todas estas islas son terrazas de corales antiguos levantados. Lo que parece ocurrir es que cuando los eventos extremos erosionan la costa, este material que queda erosionado de esas terrazas viene y se deposita en los cordones, entonces estamos tratando de reconstruir esta historia”, explica la docente.

 

Aparte de eso, se tienen muestreos de sedimentos en Islas del Rosario para ver cómo los foraminíferos, que son unos microorganismos marinos que tienen una concha de carbonato de calcio, pueden hablar de los eventos extremos por la forma como se relacionan con la energía del medio.

 

“La abundancia, el número y tipo de especies, así como la fragmentación, nos pueden decir qué tan energético ha sido el medio. Entonces la idea es trabajar con los foraminíferos tanto en los sedimentos alrededor de las islas, en las dorsales de playa, en las terrazas… si los foraminíferos son antiguos sabemos que vienen de las terrazas, si son recientes sabemos que vienen del mar, entonces una de las hipótesis es que ellos nos pueden contar mucho sobre estos eventos extremos”.

 

Si bien durante el año y medio de muestreos en las zonas no hubo eventos extremos de gran impacto, se tomaron registros de algunos de menor magnitud. Gladys Bernal explica que la investigación no depende únicamente de la ocurrencia de estos eventos, sino que se nutren de diversas fuentes como bases de datos oceanográficas registradas a nivel internacional, datos de mareógrafos (instrumento para medir las variaciones de las mareas), y los datos recabados in situ que sirven para los modelos y corroborar las mediciones.

 

Actualmente el proyecto está en fase de calibrar los modelos para empezar a visualizar los casos extremos de acuerdo con la información recopilada. “Aunque no estuvimos allí cuando ocurrió el evento, nosotros le podemos preguntar al modelo qué pasa cuando el viento supera tal altura, qué pasa con un viento de tanto… entonces él nos va a poner un oleaje de acuerdo a ese viento y nos va a decir un poco qué es lo que pasa. Entonces tenemos muchas herramientas de dónde trabajar el tema a pesar de no registrar eventos muy fuertes”.

 

Mientras que la parte de vegetación, arrecifes y sedimentos se encuentra en etapa de análisis en los laboratorios para empezar a sacar resultados. Así mismo, se proyecta realizar una salida de campo más que no estaba contemplada, para monitorear algunos eventos extremos que han ocurrido durante este año.

 - Punta Arena

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