Escudo de la República de Colombia

A pesar de estar ubicados a menos de 2 kilómetros de distancia, entre el Museo de Antioquia y el núcleo El Volador de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín se pueden registrar diferencias de temperatura de más de 2 grados centígrados en promedio un día cualquiera. Los alrededores de esos dos lugares son bien distintos: el museo está ubicado en el centro de la ciudad y rodeado por vías de alto tráfico, mientras que el segundo está junto al cerro El Volador, el parque natural más grande dentro del área urbana de Medellín.

 

Las denominadas islas de calor son zonas de mayor temperatura dentro de una misma ciudad, que se generan en parte porque la ciudad es más seca que sus alrededores y porque las edificaciones acumulan energía térmica durante el día y la liberan al caer la tarde, haciendo que las primeras horas de la noche urbana sean más calientes. Súmese a esto la pérdida de zonas verdes en la ciudad y el incremento de vehículos motorizados que consumen combustible y también liberan energía térmica a la atmósfera.

 

“Cuando le damos el espacio a los vehículos particulares le quitamos espacio a las zonas  verdes, encarecemos la vida y hacemos menos grata la ciudad para todos”, afirma José Fernando Jiménez Mejía, profesor de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín y asesor del Laboratorio de Calidad del Aire –CALAIRE- de la misma institución, entidad encargada de operar la Red de monitoreo de Calidad del Aire del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, la cual cuenta con 23 estaciones en todo el valle.

 

Más allá del estrés o incomodidad que muchas personas puedan sentir por el aumento de la temperatura, la alteración de los ecosistemas es uno de los efectos que más resalta el profesor Jiménez.

 

“Por ejemplo, muchos pájaros se ven desplazados hacia las laderas del valle porque la temperatura ya no es tan cómoda para ellos. Otra cosa ocurre, en cambio, con los mosquitos transmisores del dengue, los cuales parecen sentirse más a gusto en una ciudad caliente. Esos son problemas que actualmente estamos estudiando en la Universidad Nacional Sede Medellín con ayuda de nuestros estudiantes. Y así es que hemos empezado a identificar algunas zonas sospechosas  de estarse calentando, como son las comunas al norte de Medellín, el corredor del río y el centro de la ciudad”.

 

Ante el qué se podría hacer para contrarrestar esta situación, el profesor José Fernando asegura que es necesario que la ciudad recupere su cobertura vegetal, que se proteja la arborización en los barrios que ya la tienen y que las autoridades competentes penalicen la tala ilegal de árboles urbanos. Así mismo, que se ejerza un control efectivo frente a la creciente circulación de vehículos particulares y se fortalezca el transporte público.

 

Finalmente, el profesor Jiménez hace una distinción entre lo que se conoce como calentamiento global y el aumento de temperatura en las ciudades, dos fenómenos que no se deben confundir. “El calentamiento climático global afecta al planeta entero, pero las ciudades se están calentando a una tasa mayor que el resto del planeta y las razones son evidentes: en la ciudad se concentra la gente, se concentran los vehículos, se transforma el paisaje ocupando más y más territorio con edificios e infraestructuras que alteran el hábitat urbano. Y los proyectos que venden la imagen de una ciudad verde son más aparentes que reales, pues obedecen a otro tipo de lógicas e intereses”.

 

 

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